Historia del Colegio

Cuaderno de la Escuela

Historia de la calle Cisneros

Una calle dedicada al recuerdo de Gonzalo Jiménez de Cisneros

Recuerda esta calle la figura de Don Gonzalo Jiménez de Cisneros, nacido en la localidad madrileña de Torrelaguna en el año 1436. Curso la carrera eclesiástica, comenzando sus estudios en Roa para posteriormente trasladarse a Alcalá de Henares, Salamanca y Roma. En 1484 ingresa en la Orden Franciscana, cambiando el nombre de Gonzalo por el de Francisco.

En 1492 la reina Isabel le elige como su confesor y dos años más tarde es elegido Provincial de la Orden Franciscana para Castilla, convirtiéndose en el principal consejero de la reina católica. El fallecimiento del cardenal Mendoza le permite acceder al arzobispado de Toledo, uno de los puestos más importantes de la política Española de la época, contando con el total apoyo de los reyes. A la muerte de la reina Isabel, fue nombrado Gobernador General del Reino hasta el regreso del Rey Fernando, dando muestra de una gran prudencia y pericia en el gobierno.

Entre sus logros destaca la fundación de la Universidad Complutense de Alcalá de Henares en 1507. El cardenal Cisneros falleció en Roa (Burgos) el 8 de noviembre de 1517.


CISNEROS

La unificación de las calles Cisneros y Concordia, para darles un nombre único, se inclinó por la denominación del primero. El desaparecido de Concordia fue aplicado en 1838 «a la calle que detrás de la de Cervantes conduce a las casas de Iglesias», decía la moción. Tuvo como origen la concordia pactada entre Ayuntamiento, Diputación y Junta directiva del Instituto Cantábrico al inaugurarse este centro docente en conmemoración de la batalla de Vargas. De los propietarios que más viviendas construyeron en Concordia (señaladas con los números 10, 12, 14, 16 y 13 antiguos) llevó la capitanía Cornelio de Escalante. En una de ellas, la que forma esquina con Cervantes, vivió y murió en 1871 el famoso padre Apolinar Gómez, uno de los personajes más palpitantes de la novela «Sotileza».

A la entrada de Concordia por la plaza de la Esperanza estaba el matadero municipal. El manantial que allí brotaba sirvió después, durante muchos años, para una fábrica de baldosas cerámicas y elementos de la construcción.

Todavía en los indicios de este siglo, la zona de influencia de Concordia se extendía, por detrás de la batería de sus casas del norte, por lo que hoy es Calle de los Acebedos y Vía Cornelia, lindando por el noroeste con la calle de Monte. Toda esa extensa parcela tenía fuerte carácter rural, con «numeroso ganado vacuno» -se decía en una sesión municipal en 1903- y las reses tenían que servirse de «un abrevadero existente en Vía Cornelia, en lugar próximo al lavadero público».

La calle de la Concordia experimentó constantes prolongaciones hasta llegar al barrio de San Andrés y también incendios pavorosos, como el que en el año 1881 destruyó varias casas y se propagó, por el ventarrón del sur, a la calle de Monte.

El 15 de junio de 1949, la Comisión Permanente municipal tomaba el acuerdo de unificar las calles de Valbuena, Cisneros y Concordia, en un solo nombre: Cisneros.

El año 1922, Eduardo Pereda Elordi pedía al Municipio autorización para construir un edificio destinado a la Institución «Gota de leche», en un breve terreno entre las calles Cisneros, Monte y Roca. Actualmente está convertido en pequeña escuela parvularia.

VALBUENA

Llámase así a la calle de prolongación de Cisneros a Perines, justamente hasta el llamado Barrio de San Andrés y es paralela -en un plano de cota más elevada- de Floranes. En su final concurre con la calle Alonso, provinente hacia el norte, desde San Fernando.

El Marqués de Valbuena, nombre que bautiza esta vía, fue un preclaro patricio santanderino, fundador de una de las fábricas de cervezas importantes de España, establecida en Cañadío, y que exportaba a América. Llenó todo un período de la mejor industria montañesa a fines del siglo XVIII.

«Santander en la historia de sus calles». José Simón Cabarga

La Plaza de Numancia o «el sitio de costumbre»

Muchos años antes de nuestro feliz natalicio, un prócer, don Cornelio de Escalante, padre del escritor y poeta don Amós y que llegó a ser alcalde, tuvo el gesto no menos prócer de ceder al común, regalar quiere decirse, unos terrenos de su propiedad que se hallaban más o menos frente al Reenganche, para que se hiciera una plaza pública. Así, pues, nació la Plaza de Numancia cuyas vicisitudes hasta llegar a nuestros días -sesenta años ha- son asunto para los historiadores, esos señores tan formales que consultan librotes y viejos pergaminos.

A alguien, algún vecino de buen humor, cuando nosotros gastábamos pelelin, se le ocurrió rebautizar a Numancia con el remoquete de «el sitio de costumbre», nominación aceptada por el vulgo y por quienes no eran tan vulgo y leían en las esquelas de los periódicos «el sitio…» como el lugar en el que los entierros se despedían de los duelos. Hasta bien entrados los años cuarenta perduraron las conducciones en carroza funeraria desde cualquier punto de la ciudad con parada en Numancia. El tráfico de rodantes se iba haciendo dueño de las calles y, tras un paréntesis de responsos ante la iglesia parroquial del difunto, la circulación en aumento, todavía sin olas paganas, hizo desaparecer junto con carrozas y solípedos la piadosa devoción.

No obstante, Numancia seguía e incluso sigue siendo sitio de costumbre como punto de partida hacia el centro de la ciudad de otras manifestaciones de símbolo popular, tanto político como de protesta o alborozo itinerante.

En otro orden de cosas, en Numancia estaba, sin formar parte de la propia plaza, lo que nosotros llegamos a conocer como Salón Alcázar, competidor del Teatro Pereda en los bullangueros bailes de las carnestolendas, pista de patinaje sobre ruedas, ring de boxeo, sala de exposiciones variopintas y ágora o capitolio de tejavana bajo la cual peroraban los Demóstenes del mitin.

Para la chavalería de las escuelas de Numancia y agregados, la plazoleta interior circuida por una barandilla, campo era de cien batallas sobre el terreno -que viene de tierra- semisedentarias como la trompa y las canicas o futboleras con pelota de cualquier material excepto el cuero.

Algunos jueves por la tarde los Bomberos Voluntarios y sus arriesgados ejercicios constituían un espectáculo casi circense para la chavalería que no tenía escuela, preci­samente por ser jueves. Allí mismo, el famoso Mijares, el que se había esquilado por el palo de la telegrafía en Cabo Mayor a pulso, lucía sus habilidades junto a las de sus compañeros del benemérito cuerpo de apagafuegos.

 El caserío era somero; la acera del este con la farmacia de Mateo Real, el taller de electricidad de automóviles de Navamuel, el parque de los Voluntarios y la Escuela de Comercio haciendo esquina con Magallanes. La margen oeste, salvo un edificio de excelente vitola, no contaba más que con tejavanones que hacían el pendant con los del principio -Colongues, etc.- de San Fernando.

«Calles del viejo Santander». Jesús del Campo Zabaleta («El Machinero»)

 

 

 

Fotos antiguas del barrio. Una de ellas es del grupo de vecinas y vecinos que defendió el Parque de Villaflorida y su tejo de la desaparición (querían construir edificios).

Pequeña «historia del Colegio»

Nos gustaría recibir correcciones (seguro que cometemos muchos errores involuntarios) y ampliaciones por parte de los que vivieron esa «historia»

El Grupo Escolar Numancia (llamado del Oeste en sus inicios, por contraposición a las escuelas del Este) se creó en el año 1897.

Lo inauguró el 9 de septiembre de 1900 la reina regente María Cristina y por su hijo Alfonso.

En «LA ENSEÑANZA PRIMARIA EN CANTABRIA. DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y SEGUNDA REPÚBLICA (1923-1936)» Angel Llano Díaz afirma:

El grupo del Oeste (Escuelas de Numancia) fue proyectado por Valentín Lavín Casalís que diseñó en 1897 un edificio (proyecto de Escuela para 430 niños de ambos sexos),  con patio interior, que permitía la mejor iluminación y ventilación de las dependencias. Se inspiró en la escuela-modelo proyectada por Emilio Rodríguez Ayuso para Madrid que obtuvo el primer premio del concurso celebrado por ese Ayuntamiento en 1869 . Con dos pisos y ático, se trataba de un gran bloque rectangular, en cuyos laterales se instalaron las aulas y en el centro, alrededor del citado patio, otras dependencias menores y las zonas de comunicación y acceso. También se reunían en el edificio todos los niveles y sexos: párvulos, niños y niñas. La enseñanza de párvulos utilizaba el método tradicional con gradas. Seguía teniendo como referencia el método mutuo y no había espacios especializados, lo importante era la capacidad, alojar a los alumnos, no la actividad que se realizaba en el aula. Durante veinticinco años este fue el mejor edificio escolar de Santander. De estilo ecléctico, la fachada principal se resolvía jugando con cuerpos adelantados y retranqueados y dejando a la vista la piedra de sillería almohadillada del piso bajo, en tanto que el principal y ático iban revocados y mostraban un repertorio decorativo a base de pilastras adosadas y vanos con arcos escarzanos enmarcados y rematados con frontones triangulares, mientras que el ático simulaba un friso rematado asimismo por un pequeño frontón. Las fachadas laterales, uniformes, mantenían similar disposición decorativa que la fachada principal. Los grupos citados adolecían de un problema muy común en la arquitectura escolar del XIX y principios del XX, la escasa superficie dedicada a actividades escolares, esto es, aulas o dependencias complementarias (biblioteca o museolaboratorio), y la gran cantidad de espacios de circulación (vestíbulos, corredores y galerías). No estaba pensado el edificio para un aprovechamiento máximo del espacio interior, sino en destacar exteriormente su papel, la belleza del edificio, su noble factura indicaba la importancia que el Ayuntamiento daba a la educación del pueblo. Esta tipología fue calificada como “palacio escolar” por los autores más modernos, modelo que, lejos de satisfacer las necesidades de escolarización, lo que respondía era a una participación determinada del edificio escolar –y en general del edificio público- en la articulación del espacio público, asumiendo una función simbólica.

…  La mala alimentación en las familias pobres era muy frecuente. En 1929 el periódico La Región dedicaba un editorial titulado La infancia anémica denunciando la gran cantidad de niños santanderinos consumidos por la anemia y el hambre. Ya con anterioridad a la Dictadura se habían creado algunos comedores infantiles, sin un sentido de permanencia y con muchas dificultades de financiación. En Santander funcionaba un comedor en las escuelas de Numancia.

En 1930 funcionaban intermitentemente en Santander dos comedores escolares, uno en las escuelas de Numancia (escuelas del Oeste) para atender a los niños pobres de la escuela de párvulos y otro en Castelar (escuelas del Este), trasladado luego al grupo escolar “Menéndez Pelayo”. En 1932 estaban sostenidos por la Sociedad de Amigos del Niño de Santander y su capacidad económica les permitía asistir tan solo a dos docenas de niños en cada centro.

A finales de 1933 había comedores escolares en las escuelas santanderinas de Numancia, “Menéndez Pelayo” y “Ramón Pelayo”. Todas ellas funcionaban en los meses de invierno (noviembre-febrero) y se financiaban a través de las partidas previstas en los presupuestos municipales, la ayuda de la Sociedad “Amigos del Niño y de la Educación Popular” de Santander, pequeñas subvenciones nacionales y la aportación de los niños de pago. Generalmente la gestión de los comedores quedaba en manos de una Junta Protectora de la cantina escolar. 

Hasta 1923, de las trece graduadas existentes en Cantabria, sólo una, la de niños de Numancia, en Santander, contaba con un director sin grado.

El Decreto de 1 de julio de 1932 (Gaceta del 5) y la Orden de 23 de noviembre del mismo año (Gaceta del 25) cambiaron este sistema, suprimiendo el concurso especial a direcciones y estableciendo que para las escuelas graduadas de menos de seis grados la elección se hiciera por votación entre los maestros compañeros de la escuela graduada en acto presidido por el inspector. Este método daba, en ocasiones, problemas importantes de convivencia en los centros por las envidias y rencillas personales, que interferían en el trabajo. En 1935 la Dirección General de Enseñanza Primaria impuso amonestación pública a los maestros de la escuela graduada de niños del Oeste o Numancia (Santander, de cuatro secciones), Antonio Bretón Serrano, Baldomero Hernández y Maximiano Pereda Rosales por el desmoralizador espectáculo ofrecido en el acto de propuesta o elección del cargo de director de esta graduada haciendo ostensibles sus rencillas personales aun en sesiones presididas por la Sra. Inspectora, hasta el punto de no poder llegar a proponer director para la graduada en que sirven por la indelicadeza de votarse unos a sí mismo y abstenerse otros de proponer basándose en un supuesto y mal fundado derecho al cargo . Hubo tres reuniones para elegir director, presididas por la inspectora María Datas. Finalmente, la Dirección General de Primera Enseñanza designó el director. Los maestros afectados suplicaron el perdón y, efectivamente, fue levantada la condena, advirtiéndoles que en caso de reincidencia la pena sería superior.

foto del suizo Joseh Thómas a principios s.XX

foto antigua del colegio

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Existió hasta 1963  (conocido popularmente como las antiguas escuelas de Numancia). Estaba situado donde ahora están las gradas del patio (perpendicular a la calle Antonio Mendoza). Era un edificio muy señorial, pero desgraciadamente desapareció.

En ese año (1963) se inauguró el edificio actual como Escuelas Anejas de Magisterio (estuvo donde ahora está la Escuela Oficial de Idiomas). Dependían en muchos temas de la Escuela Universitaria de Magisterio (entre otros temas, eran los que firmaban los Libros de Escolaridad). Las clases comenzaron el 17 de septiembre:

Fotos de grupo en el patio

Había dos colegios «Aneja niños» (lo que hoy es el Cisneros) y «Aneja niñas» (lo que ahora es el Mendoza). También se les conocía como «Prácticas 1» (Cisneros) y «Prácticas 2» (Mendoza). La gente seguía conociéndolo como Numancia (sin distinguir que eran dos colegios diferentes, con dos direcciones, 2 claustros,…). En el colegio de las «niñas» había «directoras y profesoras» y en el de los «niños» (Cisneros) siempre «directores y profesores».

Foto en el patio

En «niños» estaban, entre otros muchos, Don Ricardo, Don Esteban, Don Arturo Santamaría, Don Manuel Pérez,… José Luis, Pedro, Isidro, José Vicente, Javier San Miguel, Javier Muñiz, Carlos Labarta,…

Con su profesor D. Manuel Pérez
Promoción de 1965 a 1975 con su profesor D. Manuel Pérez

Foto de 2015

La misma promoción… pero en 2015, 40 años después
Promoción nacidos en 1975
Promoción nacidos en 1975

En 1986 se comenzó a implantar el Programa de Integración de alumnado con discapacidades (preferentemente con discapacidades motrices). Igualmente se experimentó (junto con otros 49 centros del resto de España) la aplicación de la LOGSE.

En ese año el colegio comenzó a desarrollar los Proyectos «Atenea» («Nuevas Tecnologías») y «Mercurio» («Vídeo»).

En el año 1987 ambos colegios comenzaron a hacerse mixtos, «intercambiándose» niños y niñas y realizando las nuevas escolarizaciones sin distinción de sexo.

La asignación del profesorado era por «concurso de méritos» (algo parecido a lo que hoy son las Comisiones de Servicio.

Salón de actos

En sesión ordinaria del Pleno Municipal de 30 de noviembre de 1995, se acordó proponer al Ministerio de Educación y Ciencia la denominación oficial de colegio Cisneros.

En 1991 el periodista y pintor Jesús Hoyos Arribas (conocido por sus viñetas en Alerta que firmaba como Bicoca) dirigió una actividad muy interesante: elaborar bocetos y luego pintar la fachada. Les propuso a todos los cursos que «venía un extraterrestre a Santander y ellos tenían que enseñarle la ciudad». Jesús se subió a los andamios y ayudó en todo el proceso.

En agosto de 1995 Jesús Hoyos falleció. En mayo de 1996 cuatro pintores y amigos suyos se juntaron en el colegio para rendirle un homenaje. Puchi Incera, Jesús Alberto Pérez Castaños, Manuel Fernández Saro y Joaquín Martínez Cano (padre de un alumno y una alumna y quien reunió en un fin de semana a los cuatro artistas, todos amigos de Jesús). Decidieron, cada uno con su estilo, pintar una interpretación de Las Meninas ya que Jesús había creado una obra increíble sobre ese cuadro de Velázquez.

Desde entonces ese mural está en nuestra Sala de Profesionales:

Información en la prensa sobre los murales

En 1999 iniciamos un Proyecto europeo «Comenius», «Mi mundo, tu mundo» con Dinamarca, Irlanda y Portugal.

En 1999 nos otorgaron el Premio Especial de la Asociación de Comerciantes del Mercado de la Esperanza por nuestras actividades sobre Consumo.

En 2001 pusimos en marcha la página Web del Colegio (el primer colegio público de España en disponer de página propia).

En el año 2000 inició la preparación de un proyecto de instalaciones de paneles solares. En 2002 nos presentamos al concurso convocado por Greenpeace y el IDAE para la instalación de paneles solares fotovoltaicos y obtuvimos una puntuación de 9,63 (sobre 10 puntos) en la evaluación del Proyecto presentado al IDAE (fue el mejor valorado de todos los Colegios de España). Esto fue posible gracias a la colaboración de muchas empresas y particulares. En 2003 se firma el Convenio. Después de salvar múltiples inconvenientes burocráticos, debidos a la falta de precedentes en Cantabria, el 11 de noviembre de 2005 se comenzó a volcar energía en la red.

exalumnos

Exalumnos

En el año 2002 comenzamos a coordinar un Proyecto Comenius «El arte como expresión de los sentimientos» junto con colegios de Rumanía y Francia.

En el año 2004 se pone en marcha la Agenda 21 Escolar, para seguir trabajando la sostenibilidad pero con una cobertura institucional (las Agendas 21 de las Naciones Unidas) y en el año 2005 se aprobó, por parte de la Consejería de Educación, la consideración de la A21E como Proyecto de Innovación Pedagógica.

Premio

En 2008 el CERMI-Cantabria (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad) concedió su premio al Colegio Público «Cisneros». Valoran a personas o instituciones que trabajan en el ámbito de las personas con discapacidad. Sin duda que hay gente anónima o entidades que se lo merecerían tanto o más que nosotros, pero estamos muy contentos de que se hayan acordado de nuestra trayectoria de 22 años intentando la inclusión escolar y social.

Los Premios «CERMI Cantabria» concedidos en ediciones anteriores son los siguientes:

  • I Edición. Año 2004: Hermanas de la Caridad
  • II Edición. Año 2005: Obra Social y Cultural de Caja Cantabria
  • III Edición: Año 2006: Consejería de Presidencia, Ordenación del Territorio y Urbanismo del Gobierno de Cantabria: Vicente Mediavilla (3 Premios) Dirección General de Servicios Sociales del Gobierno de Cantabria: Mª Luisa Real, Concejalía de Transportes, Mercados y Comercio del Ayuntamiento de Santander: Eduardo Arasti
  • IV Edición. Año 2007: Presidente del Parlamento: Miguel Ángel Palacio (3 Premios) Alcalde de Santander: Iñigo de la Serna, Rafael de la Sierra

El objetivo de CERMI Cantabria, es mostrar un agradecimiento, de la forma más solemne posible, a la labor que realizan los distintos sectores de la Comunidad Autónoma de Cantabria en favor de la participación y la plena ciudadanía de las personas con discapacidad y por ello, la concesión del Premio se otorgará a la persona, institución o entidad, cuyo proyecto, experiencia o empresa haya contribuido a la promoción social, cultural, laboral, científica, etc. del desarrollo humano y social de las personas con discapacidad en el ámbito de nuestra Comunidad Autónoma.

La institucionalización de este premio, sirve de instrumento para el reconocimiento de la solidaridad demostrada por la sociedad de Cantabria con los objetivos defendidos por el CERMI Cantabria en representación de todas las personas con discapacidad.

El 3 de diciembre de 2008 pasó a la «pequeña historia» del Colegio Público «Cisneros»

Gracias a todos y a todas: a los que han concedido el premio y a los que han intervenido en este periodo aportando su trabajo, tiempo, cariño, comprensión, conocimientos,… Gracias a las personas y a las instituciones. El premio en la prensa. ¡Seguiremos con la misma ilusión de siempre… o más!

Primavera Europa (06-04-2009) Visita del Director General de Asuntos Europeos y Cooperación al Desarrollo (fotos)

¡Europa!

2 thoughts on “Historia del Colegio

  1. Navegando por Google me he topado con esta historia de la antigua Escuela de Numancia y me ha emocionado, pues yo fui alumno desde los siete años hasta los catorce, que era lo máximo que se permitía en mi época, y aunque las fotos que están editadas ninguna corresponde a la de mi instancia , me han gustado mucho. Al recordar al Director D. Ricardo, y los maestros D.Arturo, D.Horacio, D.Esteban, D,Manuel, D.Angel, D.Juan…. , me ha hecho una ilusión tremenda pues fue una de las etapas más bonitas y entrañables de mi vida, pues recuerdo que seguido fui a estudiar Maestria Industrial, y el primer año no perdí el contacto pues solía ir a visitar muy de continuo a algún maestro,especialmente D.Esteban y D.Arturo. Yo no tengo fotos de (1950-1957), pero si hay alguna por ahí sería interesante colgarla, haría mucha ilusión a gente coetánea de aquella época tan entrañable. Si esto llega a alguien que pueda hacer una página para podernos comunicar sería precioso.

  2. Yo fui alumna del Colegio Cisneros (cuando aún era el CP. Prácticas Nº1) desde el año 1986 hasta el año 1996 (no me cuadra con que el colegio fuera mixto a partir del 87 porque yo cursé allí el parvulario y me consta que en las promociones anteriores a la mía ya había niñas).

    Guardo un gran recuerdo de esos 10 años en el colegio, de Paulina (sobre todo), de Don Jesús, de Don Manuel (Mora) y de Jose Antonio (esa hora de informática en la infancia probablemente influyó mucho en mi desempeño actual). Desde aquí quiero agradecer vuestra labor, y aprovecho para reivindicar una escuela pública de calidad como lo fue ese colegio para mí.

    Por último, apoyo el comentario anterior. Estaría genial tener una plataforma donde centralizar el reencuentro de las diferentes generaciones de niños que hemos pasado por allí.

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